lunes, 16 de junio de 2008

El regreso a casa y el Síndrome del Avestruz


"Hogar dulce hogar". Esta frase suele escucharse muy a menudo en las películas o novelas en las que el que la menciona llega como desaforado y ansioso por pisar el suelo de su casa. La frase que todos llegamos a escuchar, es tan tan tan tan familiar y me pasó que siempre deseé poder decirla de corazón algún día.

Y sucedió, me apropié de esta frase hace 2 semanas atrás cuando volvía a casa. A casa de mis padres después de vivir 2 años afuera. 1 año viví sola en un departamento en Paraguay, y el otro año me fui a argentina, buenos aires - también sola.
sentí realmente lo que la frase dice "hogar dulce hogar? o el regreso a casa?" yo le agregaría más incluso, como hogar loco hogar pero al fin dulce hogar, no importa, el hecho es que fue lindo volver.
Fueron dos años llenos de experiencia, más de las que esperaba vivir. Conocí tanto de la vida que ahora para asustarme o sorprenderme de algo no necesito una mega bombanoticia.

La llegada: mis amigas, mis amigos (mis primos y primas que entran en la lista de amigos y amigas) mis hermanas, mis tias y tios, mamá y papá, ufa! todos ellos esperándome, con ganas de saber de mi, de preguntarme como me sentía, la curiosidad de verme más gorda o flaca o linda o fea - pavorrr! - me senti algo acosada, mentira: ME SENTI MUY ACOSADA y sin ganas de saber de nadie.... sin ganas de responder a ninguna pregunta ni la más mínima...por un momento me sentí mala - o con remordimiento de conciencia por mi actitud repentina, pero a la vez me sentí honesta conmigo...era mejor no fingir la mega sonrisa de oreja a oreja o interminables temas de conversación que la verdad no los tenía - solo sabía que quería llegar a casa, dejar las maletas q las tuve que cargar y descargar un par de veces según lo establecen las leyes en la aduana de cada país (podría ser prudente echar culpa de mis pocas ganas de socializar a estos hechos o uno de los temas de conversación a tocar si alguien preguntaba "¿como estuvo el viaje?) igual, hace tanto que nadie me esperaba en algún lugar, que talvez mi efecto avestruz era solo la simple consecuencia de ese año lejos de casa y cerca de la soledad.

El saludo: como decir hola? si hacía tanto tiempo que no veía a tanta gente que ese día vería. Todo al mismo tiempo. Ensayé unos saludos simples, apropiados y familiares como: Hoooola, tanto tiempo...Hola, como estás?no supe nada de vos en todo este tiempo pero que bueno volver a verte... heey como estas? - sonrisa de por medio - ... hola, que bueno verte (sería a alguien con quien mantuve cierto contacto en el tiempo fuera) hola como te extrañé (abrazo de por medio--con alguien con quien tuve mucho contacto (virtual valga la aclaración) en el tiempo fuera - sería a un familiar o un amigo/a muuuuy cercano). En verdad intenté desviar mis ánimos de antisocial, llevé a cabo uno de estos saludos.

Las llamadas, el celular - el alguna vez bendito número de teléfono - podría ser entonces el maldito aparato celular de hoy - que lo tenia mamá e inmediatamente al llegar me volvi a apropiar y no paró de sonar. No tuve otra opción lógicamente, NO ATENDI varias LLAMADAS. No fue una cosa planeada, no tenia la costumbre ni en este momento la voluntad de conversar. Otro gran enemigo de mi actual estado.

Los primeros días dejé que todo fluya, no le di mucha bola y pensé que mi onda de no querer saludar, hablar o ver a nadie sería algo de unos dias. Pasaron los días y como que le tomé apego a esta cosa de ser ANTISOCIAL, bueno todavia me parecía como que no tenía nada anormal de que preocuparme. Incluso actué como si estuviera en un juicio en la que yo misma me acusaba y me defendía por esta actitud. Lógico, me defendía como mejor podía, la excusa perfecta: "cambié de lugar, las cosas no son iguales, de estar sola a estar con demasiada gente, de no contar nada a declarar todo" - MAS VALE y como si nada salía sin condena e inocente. Entonces mi parte de verdugo no tenía dudas y lo aceptaba; y mi parte de victima lo festejaba. Hasta que un día, o mejor unas semanas más, ya no habían dos personajes en mí, sino una sola: "YO"

Fue ahí donde fui consciente de mi inconsciencia de estado - no lo había planeado en lo absoluto, no podía controlarlo, era víctima de un síndrome indoloro e invisible :"Síndrome del Avestruz".
Al principio todo risas, jajaajaja "La Avestruz " - sí porque resultaba cómico, el animal no tiene la culpa de ser así , es iracional (se supone). Pero yo, YO soy racional (se supone) no podia dejarme vencida por esto NO NO NO. No tenía el control de los primeros días, el decir NO TENGO GANAS DE HABLAR. Esto era más fuerte que yo, no me lo proponia, así que a la inversa me propuse luchar contra este silencioso y maligno síndrome.

Ejercité lo que pude, respondía a las llamadas perdidas (que las recibía pero no podía aún con ellas - eran más fuertes que yo todavía - pero lo intentaba sin ignorar a quien llamaba) con mensajes de texto: Hola como estas, no tenía el cel conmigo por eso no te pude atender, gracias por llamarme, espero verte pronto ( las mentiras piadosas en este caso eran mis medicamentos principales para la cura a este terrible y silencioso mal). Sin embargo algo peor me sentía (lógico siempre involuntariamente) cuando las llamadas de un mismo número se repetían en un día o en una semana, entonces me subían como escalofrios e inmensa curiosidad por saber el motivo de la llamada - igual, todavía el mal de este síndrome me acechaba y sólo podía con el mensaje de texto: Hola!! me llamaste?estaba en una reunión por eso no te atendí. besos! (lo intentaba en serio, pero todavía era más fuerte que yo).

Asi que me puse una meta: Hacerme cargo de mi Síndrome, poner en silencio mi teléfono, dejarlo en el ropero, superar todo con el debido tiempo que me merezco. Disfrutar o padecer de lo que el Avestruz tiene para enseñarme, después de todo, este es un tiempo para mí. Mal o Bien La Avestruz soy yo, asi como hay días insoportables de período, momentos de pasión infernal, momentos de mierda, momentos de extrema paz interior (o bloqueo mental), decidi vivir mi síndrome del avestruz dignamente.

Quien sabe si no me espera más adelante el síndrome de la sanguihuela y esta experiencia me ayuda a compensarla.